miércoles, 2 de marzo de 2022

Una piedra en el camino


Antes de contaros la historia de la piedra, os pondré un poco al día con mi entorno. Nací en la península Ibérica hace un indeterminado número de años, pongamos en torno al ½ siglo. Siempre me gustaron las motos y el Rock por lo que mi juventud fue plena de rutas, de juergas, de conciertos y de mujeres, hasta que hace unos años encontré a mi media naranja. Cuando conocí a su padre no le causé muy buena impresión, tenía el pelo demasiado largo, millones de mosquitos en el cuero y las botas demasiado viejas, cuando yo estaba delante me trataba muy normal pero a solas se imaginaba un chico más formal, y a su madre más de lo mismo, me miraba mal, ¿quién es el chico tan raro con el que vas?....

Como casi siempre las apariencias engañan. Mi suegro estaba a la defensiva, ningún padre quiere ver a su hija con un maromo grande y peludo. Noté que no quitaba ojo a mi casco integral, normal, ningún padre quiere ver a su hija de paquete en un pepino a 200 km por hora. Le pregunté si le gustaban las motos y él sin apartar la mirada de mi flamante casco y con una cara de mala hostia que ni os imagináis dijo:

-¿Qué moto montas?

El hombre estaba haciéndomelo pasar mal, estaba empezando a sudar, bajé la cremallera de la chupa y cuando asomó el águila de mi camiseta su semblante cambió de repente.   - Vamos chico ¿qué moto tienes?

- Una vieja Guzzi señor.

Estaba acojonándome…¿dónde me metí yo? El padre de la novia tenía los ojos encendidos de sangre, hasta le salía una espesa espuma por la boca, me cogió por los hombros y apremiándome volvió a preguntar lo mismo:

- ¿Qué moto tienes chaval?

Esta vez le contesté con pelos y señales: una Guzzi 850 GT California del 72. Cuando me oyó decir aquello el hombre entró en un estado de aparente éxtasis, su semblante cambió por completo, aflojó sus enormes garras de mis hombros y me dijo: sígueme. Fui tras él hasta el garaje, abrió la puerta y a que no adivináis que moto tenía mi, desde entonces, querido suegro, una Guzzi 850 GT California. Nos miramos, nos dimos un abrazo y sin cortarse un pelo me preguntó a bocajarro:

- ¿Qué cojones pintas en esta moto con un casco integral?

Tengo que reconocer que la pregunta me dejó totalmente descolocado, hasta se me subieron los colores, o sea que me puse colloráu.

- Es por prescripción facultativa.

- Explícame eso chico -dijo levantando la ceja izquierda.

Y aquí es donde empieza la historia de la piedra.

Más o menos un año antes de conocer a mi nueva familia estuve jodido, jodido. Me salieron unas piedras en los riñones y tras muchas pruebas y experimentos, llegué a pensar que me estaban utilizando como cobaya de laboratorio, conseguí expulsarlas de forma natural y, como imaginaréis, muy dolorosa. Al poco tiempo me volvieron a salir, mi médico no daba crédito, no se explicaba el porqué se me acumulaba tanta arena en el cuerpo.

En medio de esta mala experiencia y aprovechando un buen momento en el que no me dolía nada me acerqué hasta la fiesta motera del Charly a pasar el día. Al llegar a la zona de la fiesta una flamante y enorme Electra estaba aparcando a la vez que yo. El tipo encuerado hasta las cejas, me dio mala espina, tenía las botas nuevas y la moto estaba demasiado limpia. Cuando quitamos el casco cruzamos nuestras miradas. ¡Joder! era mi médico disfrazado de motero. Me miró de arriba abajo y disparó como si estuviéramos en la consulta:

-          ¿Hace mucho que anda en moto?

-          ¿Cuántos kilómetros suele hacer?

-          ¿Suele ir por comarcales?

-          ¿Siempre utiliza calimeros?

-          ¿Hace mucho tiempo que tienes el tabique nasal torcido?

 

Después del interrogatorio, abrió la alforja, saco el taco de recetas y escribió:

-          No respira por la nariz. Operación del tabique nasal URGENTE.

-          Mientras tanto y como medida preventiva, utilice siempre casco integral.

 

La Bella durmiente y el Mono cilíndrico

 


Voy a contaros la historia del príncipe Grisso Brembo acaecida no hace mucho en un lugar no muy lejano y con un final del todo inesperado.

Como jefe mayor de su estado, nuestro amigo tenía muchos privilegios, pero el que más le gustaba era uno heredado de su querido padre ya fallecido. El señor en cuestión había impuesto una ley por la cual, todo fabricante de motos que quisiera vender sus máquinas en el país, debería donar una unidad de cada modelo a la casa real. Por ello, Grisso había crecido entre rugidos de motores, manchas de aceite y olor a gasolina y había desarrollado un sexto sentido en lo que a conducción temeraria se refiere. Era un verdadero especialista en enduro, trial, grandes recorridos e incluso había participado de incógnito en alguna prueba del campeonato del mundo de velocidad.

Cuando cumplió los 35, su país estaba sumido en una gran crisis económica y además su madre le apremiaba con la necesidad de buscar una novia para poder fabricar algún heredero.

Con estas estábamos cuando leyó una noticia inesperada en la prensa internacional. En un lejano reino invadido desde hacía años por una extraña plaga de alienígenas verdes con sombreros de charol, había una leyenda que hablaba de la existencia de una hermosa princesa dormida. El que la despertara, con un simple beso, heredaría el reino y su inconmensurable tesoro. El problema era llegar a ella, todos los caminos y carreteras, todos los montes y valles estaban vigilados por los hombrecillos verdes armados hasta los dientes con unos diabólicos aparatos que detectaban cualquier tipo de movimiento. Grisso decidió, como no, realizar el viaje en moto. El problema fue decidirse por cual llevar.

Entró en el enorme hangar donde guardaba su magnífica colección y empezó a mirar. La primera opción fue la BMW R 1150 GS, robusta, y muy efectiva en el caso de tener que ir por pistas de montaña pero mirando la CBR 1000 RR pensó que quizás le vendría bien su velocidad auque si quería impresionar a la dama la mejor sería una Heritage Softail muy cromada y brillante. Ensimismado en sus cavilaciones descubrió por casualidad, al fondo de la nave, una caja de madera sin desembalar que por el tamaño tenía que ser de una moto. Tenía estampado un círculo con una “M” dentro y un cuño que ponía “MADE IN SPAIN”. Armado con una barra de uña abrió la caja sin miramientos y formó un gran charco de baba a sus pies cuando vio lo que tenía delante, una flamante MONTESA IMPALA SPORT 250 USA de color azul brillante y un hermoso fileteado dorado. No cabía duda alguna, sería su compañera en el viaje de su vida.

Gasolina, una patada y el fino ronroneo del motor. En marcha.

Atravesó varios países, unos cuantos miles de kilómetros, la Impala solo le pedía gasolina y un poco de aceite de vez en cuando. Ningún problema hasta que llegó a la frontera del destino. Una barrera, guardada por dos hombrecillos verdes, cerraba la carretera.

- A VER....

DOCUMENTACIÓN

PAPELES DEL VEHÍCULO

¿TIENE LA ITV?

SOPLE AQUÍ

COMPROBAR LA SALIDA DE GASES

¿CASCO HOMOLOGADO?.....

Nuestro amigo, como comprenderéis, no estaba muy acostumbrado a este trato y girándose, dio media vuelta, se adentró en un bosque y paró en un claro. Sacó el mapa que llevaba en la alforja y se dispuso a buscar algún camino que le permitiera entrar en el país sin tener que pasar por aquellos interminables trámites burocráticos. Encontró, no sin mucho esfuerzo, un paso de montaña en el que la Montesa parecía desenvolverse a sus anchas.

Una vez dentro tomó la carretera principal y a los pocos metros vió el primer “RADAR”. Cual sería su sorpresa al ver que nadie le paraba. En el siguiente, tampoco le pararon, ni en el siguiente, ni en el otro, ni en el de más allá. La carretera estaba llena de príncipitos parados, con sus flamantes Ferraris, Lamborghinis, Porches etc. y todos soplando por unos extraños silbatos. Todos le miraban con envidia y nadie se explicaba porqué a él no le paraban nunca. La única explicación posible era su montura. Siempre oyó hablar muy bien de las motos españolas pero jamás pensó que una de 1966 pudiera tener, de serie, un sistema antirradar.

Y así fue como, al primer intento, nuestro querido Grisso, llegó ante el lecho de la princesa durmiente. Era tal el despliegue de riqueza y tal la sublime belleza de la chica que se abalanzó sobre ella y, cuando sus labios estaban a tan solo unos milímetros de tocarse, una idea cruzó por su mente.

Si la besaba, tendría que compartir toda su vida con ella. Cierto es que su belleza no tenía parangón al igual que las riquezas del país, pero... ¿y si no le gustaban las motos?

Grisso se levantó rápidamente, miró a la princesa, miró a la montesa y la duda de a quién montar duró muy poco.

Poniéndose el casco se dio el piro sin mirar atrás y nunca jamás se arrepintió de no haber comido perdices.

domingo, 21 de febrero de 2021

Mahouistas Vs. Miguelianos 2.0


Hay una corriente muy extendida
entre el pueblo en extremo drástico
poseen el derecho patético
de creerse población entendida. 

Tenéis la espuma más desaborida

la estructura y el cuerpo ridículos

es muy fácil, es un tema lógico

yo de vosotros no me fiaría.

 

Los mahouistas son los más cómicos,

la suya es la mejor con diferencia.

Los miguelianos no lo ven práctico.

 

Y entonces aparece con cadencia

San Patricio, en extremo, drástico:

La mejor la Guinness por excelencia.

domingo, 17 de mayo de 2020

Las doce vírgenes 8


8
chocarrería
1. f. Chiste o dicho groseros.
2. f. Cualidad de chocarrero.



La forense Generosa.

En otros casos es normal sentir pena pero hoy, aquí y ahora, lo único que siento es satisfacción del trabajo bien hecho. Nada de medias tintas, trece parabellum bien centraditas en el pecho y una en la mano izquierda. El muy cerdo se merecía esto y mucho más. Tengo que volver a la realidad del momento, el puto andaluz este de los chistes de gordos me está cargando mucho.

—Eran seis hermanos y los seis tenían enormes nalgas. Los cinco primeros se llamaban Feliciano, Graciano, Salustiano, Mariano y Geminiano, ¿sabéis como se llamaba el pequeño?... Próculo.


Si estuviéramos en la Texas del XIX ya le hubiera pegado seis tiros en esa cara impúdica y granosa. Le cubro con la mirada más despectiva que puedo generar y sacando su lengua azulada y apestosa se relame los labios... Soy forense chico, puede que sepa más de ti que tú mismo y por el color de tu singüeso veo claramente que te quedan pocos afeitados, el oxígeno no riega bien tus tejidos, corazón, circulación, pulmones... Estás jodido pero no seré yo quién te lo diga, así te mueras entre chistes ramplones y chocarreros.

—Uno que va al médico y le dice: Doctor últimamente me siento gordo y feo ¿qué tengo? Y el hijo puta del médico le contesta: Razón, tiene usted razón.

Cambio de tercio y me dedico a temas más agradables como mirar el culo del Inspector. Rellena perfectamente los 501, dan ganas de comerlo...

—Hornillo, ¡Hornillo!
—Perdone señor juez, estaba ensimismada en el culo...
—Ciertamente es un culo muy grande pero ahora escúcheme, ¿Ya puedo ordenar el levantamiento del cadáver? ¿Necesita más tiempo para sus perspectivitas de sangre?
—Por mi parte ya estoy lista— De nuevo me sale la vena del bandido adolescente y hago  un esfuerzo enorme para no descerrajarle en el careto los seis tiros del otro revolver— pero seguro que el Inspector aún no ha terminado...

—¿De verdad tengo que hablar con Él? No lo soporto, siempre huele a perejil el muy cocinillas —inmediatamente se acuerda de Manolita Gómez y comienza a llevar el ritmo con el pie.

Mejor, mucho mejor oler a comida que a perfumes de puticlub, mucho mejor tener mirada de azúcar moreno y pan blanco que de putero cabrón. Este capullo se merecería otros catorce.

—¿Han acabado?— Grita el juez sin dirigirse a nadie en particular —Es tarde y quiero irme, a diferencia de ustedes yo tengo una vida fuera del trabajo.

Eso, eso, haciendo amigos, pero que gilipollas, es imposible ser más idiota. Todos le miramos con cara de odio y asco al mismo tiempo, pero todo le resbala, como si estuviera untado de vaselina.

—Puede usted ordenar el levantamiento y largarse —contesta el Inspector sin dirigirle la mirada y con un retintín en la voz que no se le escapa a nadie —Aquí no le necesitamos para nada señor juez.

sábado, 29 de septiembre de 2018

Mahouistas Vs. Miguelianos

"No tenéis ni puta idea"
        San Patricio dixit

Las doce vírgenes 7


sibila
Del lat. sibylla, y este del gr. σίβυλλα síbylla.
f. Mujer sabia a quien los antiguos atribuyeron espíritu profético.


El Inspector 501

Siempre disfruté con la comida bien elaborada, tanto guisándola  como comiéndola. Mi abuela me acostumbró y yo como buen nieto y afamado discípulo descubrí entre los fogones la paz, el sentimiento más placentero que conozco. Soy un buen cocinero, que digo bueno, excelente, y está bien que lo diga yo porque mi abuela ya falleció hace años. Me encanta cocinar para mí y pocos más. Profesionalmente es demasiado estresante por eso me busqué la vida en otras profesiones. Desde jovencito aproveché los veranos para ir probando trabajos que no acabaron nunca de llenarme hasta que un buen día descubrí a Mr. Marlow. Me pareció una rama laboral interesante, investigar un delito, un crimen, puede considerarse parejo a investigar una receta para cocinar un buen pescado. Tenemos que tener claro lo que buscamos, que ingredientes y pistas tenemos, el modus operandi y los medios de cocinado de que disponemos y con todo ello, hacer una especie de reality show, ver los ramales viables y, cercando posibilidades,  finalmente, con el toque maestro de cada uno, dar la estocada y presentar el plato final o el caso resuelto.

Es sencillo, abro la moleskine y empiezo a anotar. El cadáver pertenece a Ernesto Pan Jurado, portero del edificio y que a su vez regentaba el kiosco sito en el mismo portal. El cuerpo aparece tirado en una pequeña salita del domicilio del finado anexa al kiosco. La sibila forense de ojos abesugados me indica que, a falta de una exploración más concienzuda en la morgue, a la víctima le pegaron catorce tiros. Los ángulos de entrada y salida de las balas son confusos, unos penetran en el cuerpo desde abajo como si el que maneja el arma fuera un niño y otros desde arriba como si dispararan desde alto o el extinto estuviese arrodillado.
Hay que estudiar detenidamente las manchas de sangre en las paredes.

—Si le parece bien, Inspector, mañana podríamos quedar para comer y así le cuento mis avances...

viernes, 21 de septiembre de 2018

Ave Julius, morituri te salutant

Voy a contaros una historia plural
basándome en hechos causídicos,
siguiendo consejos druídicos
probablemente llegará a ser viral.

Al valle de Turón en viaje astral
arrastrando material porfídico,
llegó un día Julius el verídico
con pinceles y un humor visceral.

Con la guitarra colgando al hombro,
y derramando acordes flechados
el valle va cubriendo de escombro

y declamando versos afilados
va llenando páginas de asombro
dejándonos a todos embriagados.